domingo, 2 de mayo de 2021

Así en la Tierra como en el Cielo

Escalera al Cielo

Me he tomado mucho tiempo para decidirme a publicar esta historia, la que acompañó la instalación "Escalera al Cielo" que realicé para la exposición "Hilos de la Memoria", y es que con los temas de la iglesia siempre me gusta ir con cuidado, pero ha llegado el momento.

Fui bautizado, confirmado, hice la comunión. Iba a misa cada domingo, cantaba en el coro de la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, en Antímano, en ese barrio (en esos tiempos era más bien un pueblo en las afueras de Caracas) viví hasta que tenía 9 años, la parroquia me quedaba muy cerca, todo eso pasó en los años sesenta, mi niñez, a pesar de ser un infante me movía sin ningún miedo, caminando de un lado a otro.



Esta foto es el día de mi comunión, tomada en la azotea de casa (detrás se ven las cúpulas de la iglesia), el 1º de junio de 1969, tenía yo 9 años, así que soy el que está con guantes, aguantando la vela, detrás de mi, está mí madre, Milagros, a su lado mi hermano Pedro, que ya era más alto que mi madre, y mi sobrino Eduardo, el más pequeño en la foto, hijo mayor de mi hermana, que me hizo tío a la corta edad de cinco añitos.









En esta otra foto de grupo aparecen de izquierda a derecha María, una amiga, mi prima Ángeles, mi abuela materna Candelaria, agarrada del brazo de mi madre que está a continuación, yo, mi hermano Pedro, mi sobrino Eduardo, mi madrina Juana y mi Tía Saro.


Cuando por fin pude soltar todo el "menaje" ceremonial y sentarme para una foto más distendida.



Siempre a vueltas con mi nombre, me bautizaron Reinaldo José; en la Primera Comunión, como se ve en el "Recuerdo", me llamaron Reynaldo. Realmente estoy inscrito en el registro, y para todos los efectos legales, como Reinaldo, sin segundo nombre y con i latina.

Cuando nos mudamos a vivir a El Paraíso, no me gustó nada el nuevo cole, la iglesia me quedaba mucho más lejos y estaba a punto de pasar a ser adolescente, así que formé un berrinche para continuar en mi Escuela, a la que volví a diario, durante dos cursos, aunque tenía que madrugar para caminar mucho para llegar a la parada y poder coger el autobús.
 
La secundaria si la hice en El Paraíso, mi madre quería que su Reni (así me llamaban y me siguen llamando en familia), tuviera la mejor educación posible, y el "San Agustín" tenía una fama que le precedía, era un Colegio privado, religioso de padres agustinos, la matrícula era cara, ella no podía pagarla con lo que ganaba cosiendo o tejiendo, pero, como durante la primaria siempre fui el mejor de la clase, se animó a ir con mis credenciales a hablar con los curas, no fue fácil, me sometieron a pruebas de conocimientos y en las entrevistas personales me advirtieron de que no podía bajar el rendimiento; finalmente, superadas con honores las pruebas, le dijeron a mi orgullosa Maá (así la llamaba en esa época) que mi beca, que la pagaría CARITAS, estaba aprobada, en ese Colegio, de familias pudientes, solo para varones, donde hice los cinco años de bachillerato.

En Semana Santa respetábamos la cuaresma, escuchábamos música sacra y visitábamos los 7 templos. Hasta aquí queda claro que crecí en una familia católica, apostólica y romana, mi madre, desde luego, era muy creyente, 

No he perdido la fe, pero con los años me he vuelto descreído, ahora me declaro agnóstico (aunque no he apostatado), pero desde el inicio del proyecto "Hilos de la Memoria" pensé en que no podía dejar fuera la religión, porque la religiosidad de nuestras madres y abuelas acompañaba todo lo que hacían, y este proyecto es un homenaje para ellas; cuando le conté esto a mi compañera Ana del Burgo, ella me apuntó que durante los corrillos de tejedoras se acostumbraba a rezar el rosario. 

No tenía muy claro todavía como lo iba a hacer, pero, al ver la película de animación Cocó, me encantó el altar para recordar a sus muertos, lo adornado que estaba y la disposición, me dio la inspiración definitiva. Así surgió la idea, pero no con muertos sino, con santas, santos o vírgenes con paños de ganchillo y ofrendas de flores. Cada figura o estampa tiene una historia, eran de mi madre o de otras mujeres de la familia o amigas, cada vez que viajábamos, la visita era obligada a la iglesia local, a preguntar por los santos del lugar, comprar la imagen o la estampa del más milagroso o venerado, un  suvenir para Mamá.




Así que para "Hilos de la Memoria", y con todo el respeto, creé ese altar que había imaginado como una escalera para subir al cielo. la escalera tiene cuatro niveles, y en ella están todas las imágenes religiosas que acompañaron a mi madre durante su vida, entre las que destacan ese sagrado corazón que tuvo tantos años en la cabecera de su cama, y por supuesto, la patrona de La Palma, la Virgen de Las Nieves; la de Canarias, la Virgen de Candelaria; y la de Venezuela, la Virgen de Coromoto.

En cada nivel hay un paño tejido al ganchillo, perfectamente los hubiera podido tejer para dedicarlos específicamente a este altar, de haberlo tenido en su momento en casa.


 

El cielo es un cuadro pintado por mi, un acrílico sobre lienzo, de título "Nube", es de la serie "puntadas sin hilo" un guiño a la técnica del patchwork.

Para la instalación lo acompañe con un enorme rosario de cuentas de madera que cuelga del cuadro, pero aquí les pongo el cuadro solo para que lo puedan contemplar sin nada delante.  


Al pie del altar hay una ofrenda de una cesta con "flores", realizadas con tapetes, pañitos, y todo tipo de piezas tejidas al ganchillo con hilo fino, a los que dimos forma rigidizándolos, para poder lucirlos de esta manera.









Así de bien integrado se vio todo el conjunto de la instalación "Escalera al Cielo" durante la exposición del 2020 en la Sala de la Giralt Laporta. 

Hay que destacar ese enorme mantel tejido al ganchillo, o al croché que diría mi madre,  que sirve para adornar la mesa del altar.















El Nazarenito
Nací a los 5 minutos de haber empezado el martes 19 de abril de 1960, terminaba la semana santa de ese año, tenía que haber nacido el 18, lunes de pascua, pero mi madre decía que no llegó a tiempo, recordaba el regaño del médico “No sé porqué tienen que esperar hasta el último momento para venir a parir”.
Ella explicaba que no fue su culpa, cada vez que se acordaba parecía como si el Doctor la acabara de regañar. Paría con facilidad, al ser su quinto parto aún más, no tuvo tiempo de nada, se puso de parto, en la casa de La Vega, subieron al taxi para ir a la Maternidad y, en el ascensor de la Concepción Palacios, nací, porque no aguantaba más.

Por lo visto estaba apurado por salir al mundo, pero no tenía bien desarrollados pulmones y bronquios, mi vida de bebé la pasé de médico en médico, en una de esas oportunidades, me ingresaron de urgencia en el Hospital de Niños J. M. de los Ríos, de San Bernardino, el pronóstico de los galenos era muy grave, no creían que pudiera salir de aquello, eran otros tiempos, la mortalidad infantil era muy alta. Mamá había perdido dos niños anteriormente, me encomendó al Nazareno de San Pablo, prometió que si me curaba me llevaría a la procesión vestido de Nazareno, y así fue, me salvé, me hizo este traje de nazareno (que acompaña la instalación en la exposición) y me llevó de procesión la siguiente Semana Santa.

Desde el siglo XVII es la imagen más venerada de los Santos en Caracas y a lo mejor de toda Venezuela, se llama de San Pablo porque era el templo donde estaba originalmente, la iglesia fue derribada a finales del siglo XIX, para construir el Teatro Municipal y la imagen fue trasladada a la Basílica de Santa Teresa, donde sigue, sale cada miércoles santo en una impresionante procesión, no sé como será ahora, pero la recuerdo multitudinaria. Si tienen más curiosidad por la historia del Nazareno de San Pablo pueden ver el vídeo donde Óscar Yanes la cuenta en su programa "Así son las Cosas" lo cuenta todo https://youtu.be/fcARd9hCqvw

Fuí enfermizo toda mi niñez, parece que estaba suscrito a la consulta del Dr. Rosas, aquel hombre bonachón no tenía culpa de nada, pero yo le odiaba, porque cada vez que me llevaban, demasiado frecuentemente, me mandaba inyecciones, de la consulta seguíamos directo a la farmacia, yo no paraba de llorar todo el camino, porque sabía lo que me esperaba, las inyectadoras eran de vidrio, que las hervían para desinfectarlas. En una de esas ocasiones, ya en la farmacia, mientras preparaban todo, me zafé de mi madre y salí corriendo despavorido a la calle, ya no colaban las promesas de helados o golosinas después del trance, me encontraron lejos de la farmacia, en la plaza Bolívar del pueblo de Antímano, pero esa ya es otra historia...

Saludos,
Reinaldo Zamora Pérez

6 comentarios:

  1. Hermosa historia!!! La he vivido contigo mientras no la paraba de leer!!! Gracias por compartirla!!! Besos Gabriela

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Gabriela, me encanta que la hayas disfrutado tanto, un abrazo.

      Eliminar
  2. Mi querido Reni, no sabes como he disfrutado la lectura de tu hermosísima Escalera al Cielo. Cada detalle es una joya y alimento para la imaginación. Sin dejar atrás el fiel retrato de una época que a todos nos es tan familiar aunque la hayamos vivido de otra manera, pero que en el fondo, es la misma historia. Gracias por compartir.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Alfredo muchas gracias a ti por la lectura, me alegra mucho que la hayas disfrutado, un abrazo.

      Eliminar
  3. Amigo te felicito por este artículo. No solo por el montaje espectacular sino por esa pluma tan sutil y a la vez profundamente emotiva. Llega hasta el corazón y el relato aunque no es mío y no es es igual a mi vivencia te hace sentirlo tuyo. He tenido el placer de conocer a muchos de los protagonistas del mismo y al más importante: Milagros tu mamá. Gracias por darme la oportunidad de poder disfrutar de tu arte visual y escrito. Un abrazote

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias querido amigo, que bueno leer tu comentario, una alegría saber que has disfrutado con mi artículo. Un abrazo grande también para ti.

      Eliminar