domingo, 19 de julio de 2020

La Mirada del Corazón

He dado muchas vueltas para escribir la historia de 'La Mirada del Corazón', aquí voy otra vez, a ver si en este intento la termino. Para mi sin duda es la instalación más compleja, es que está compuesta por muchos elementos y es donde tengo más cosas que decir.



Idea inicial

La concepción inicial de esta instalación fue de Ana del Burgo, me dio la explicación de una idea que había tenido, hice un primer dibujo con lo que le había entendido de su descripción, y resulta que no era ni parecido a lo que ella había imaginado ja ja ja, entonces me aclaró algunas cosas, entendí, y fue cuando hice el dibujo que se ve a continuación, que nos serviría para trabajar como guía para ejecutarlo.




Sería una red tejida en forma de embudo, para colgar en uno de los antiguos hornos de la fábrica (que ahora forman parte de la esplendida sala de exposiciones), el final del embudo llegaba a un corazón. Pero realmente el sentido de la interpretación sería al revés, es decir, desde el corazón parten los hilos para tejer ese gran embudo, con La Mirada del Corazón.


Maduración y ejecución para 'Hilos de la Memoria'

Fuimos al centro cultural, a medir para saber las dimensiones que debería tener la red-embudo, e imaginar como colgarlo, sería enorme, aún así Ana estaba dispuesta a tejerlo.
Pasamos unos días madurando la idea, valorando el material de tejidos ya elaborados que teníamos (que deberíamos usar, porque era el principal sentido de la exposición: reciclar lo que estaba hecho y convertirlo en piezas de exhibición), con eso nos dimos cuenta que esta instalación sería la ideal para mostrar las piezas más grandes, sin tener que tejer ese gran embudo.

Coincidía que estábamos trabajando simultáneamente en la ejecución de otro montón de ideas, que requerían de mucho tiempo para poder realizarlas, de forma que Ana no se podía dedicar de manera exclusiva a tejer la red, de haberlo hecho así, mucho de todo lo demás nunca lo hubiéramos terminado, y no podrían estar ahora en la exposición.

Así que pasadas las semanas y hasta meses, desde la idea inicial (sería interminable relatar aquí todas las consideraciones que hicimos a lo largo de todo este tiempo), llegamos a la instalación que finalmente está en en uno de los hornos, el que se muestra en verde en el plano a continuación.



Una propuesta que ¡WOW! ¡Qué contentos estamos con el resultado final!
Esta instalación tiene vídeo en el canal de youtube https://youtu.be/pHAqhMmSqmI

Fotografía cortesía de Julio Cesar Mesa Arboleda.


Historia

En mi proceso para crear necesito tener una historia que contar, que me sirva de hilo conductor.  En este caso el proceso fue todo al revés, Ana tuvo la idea y luego el desarrollo a la par que los Hilos de la Memoria me surgían, para ir hilvanando la historia que a continuación relato.

Cuando vine al mundo mi madre tenía 34 años, de mi niñez y adolescencia la recuerdo, además de cosiendo a máquina, también bordando manteles, sábanas, toallas y ropa, trabajaba por encargo, hacía un trabajo muy delicado. Crocheteaba en hilo fino y en perlé, con agujas metálicas de gancho pequeño: mantas, faldones, gorros y patucos para bebés, también otros tipos de piezas, para adultos y el hogar.

Con los años y el esfuerzo la vista le fallaba, le mandaron a usar gafas, compró unas grandes, desde ese momento siempre las usó así, grandes; pero llegó un punto que tuvo que dejar de bordar, no veía, tenía más dificultad con los colores oscuros, luego también tuvo que dejar de hacer ganchillo con hilos finos y fue cuando se pasó a los estambres, lanas gruesas, con agujas con el gancho grande.


1985 - El gran cambio

En 1985 terminé la carrera universitaria y a partir de ahí, y debido a eso, se sucedieron cambios que marcaron el camino hacia mi vida futura. Mejor empleo, más ingresos. También acarreó que al no tener que ir a clases, ni preparar materias, ni estudiar para exámenes, por fin tenía tiempo libre.

Con mi madre en la Universidad Central de Venezuela, después del acto de grado en el Aula Magna, uno de los momentos más felices que recuerdo. Fue el 13 de diciembre de 1985.


Antes del 85 fui un joven responsable, empecé a trabajar a los 14 años (los fines de semana y en las vacaciones), ya nunca dejé de hacerlo. Cuando terminé la secundaria, y mientras esperaba el cupo para la universidad, seguí trabajando, ya en horario completo, estudiaba en horario nocturno, dos años para obtener un título de contable. Al terminar esos estudios entré en la Universidad, hice toda la carrera también de noche. Me levantaba cada día a las 5 y regresaba casi a media noche para cenar y meterme en la cama. A pesar de todos los sacrificios hice la carrera en 5 años y medio, solamente un semestre más de los 10 en los que debería hacerlo un chico dedicado solamente a sus estudios.

Al graduarme, aunque trabajaba mucho más en la oficina, también tenía mucho más tiempo libre que cuando estudiaba; me sobraba dinero para algún capricho, después de pagar todo lo que me correspondía y de lo que ahorraba. Con lo cual por fin podía tener tiempos de ocio. Mi madre ya tenía 60 años, mis hermana y mi hermano hace mucho que se habían marchado, para formar sus propias familias, solamente estábamos en mi casa mi madre y yo. Cuando empecé a irme de excursión, a la playa, o con amigos los fines de semana, mi madre no lo encajó bien. Le gustaba mi faceta de estudiante y de trabajador, pero no la de que me divirtiera y mucho menos que saliera de fiesta, a pesar de que nunca me he emborrachado, ni me he pasado de copas, ni siquiera me he fumado un cigarrillo, aunque lo probé, pero no me gustó, no era para mi.

Un viernes al terminar de trabajar salí a tomar algo con los compañeros de la oficina, luego me encontré con amigos, después a bailar y así, pasándolo bien, como le apetece a cualquier joven de 25 años, se me hizo de madrugada, al llegar a casa, ya con las claras del día, mi madre me estaba esperando en el sofá, desencajada, llorando, sin dormir toda la noche. Le expliqué que si ya era adulto y responsable para estudiar, trabajar, ganarme la vida, también tendría que poder divertirme de vez en cuando, ella me contestó que mientras viviera en su casa tendría que respetar las normas y los horarios, le dije que me parecía bien, que entonces yo tendría que buscar a donde irme.


El amor es música

Esa mayor vida social también me llevó a enamorarme, al ritmo del Careless Whisper de George Michael, y de otro montón de canciones que marcaron mi vida durante ese ciclo, las pueden escuchar y mirar en dos listas que he elaborado para mi canal de Youtube, este es el enlace a la primera de las listas

Cuando me puse a recopilar todas las canciones, me venían en cascada a la memoria los temas y artistas, al final eran tantas canciones de ese ciclo del cambio, entre 1984 y 1985 que tuve que separarlas en dos listas del YouTube, este es el  segundo enlace, que empieza con Queen y su I Want To Break Free  

Pero a pesar de haber seleccionado dos canciones de grandes artistas internacionales para encabezar esas listas, están llenas de temas de aquí y de allá, muchas de cantantes y grupos venezolanos, porque tuve la suerte de coincidir en ese ciclo con la llamada época dorada de la música en Venezuela, una ley obligaba a que en las radios se pusiera una canción nacional por cada extranjera, o cual potenció la creación local.

Una de las ventajas de ser hijo de emigrantes es que te genera curiosidad, al menos en mi caso, por lo de aquí y lo de allá, estar abierto a apreciar y valorar todo sin importar su procedencia, y esa amplitud de miras es algo que tengo que agradecer mucho a haber nacido, crecido y formado en un país caribeño pero en el seno de una familia canaria.

Luego sucede algo que supongo le pasará a la mayoría de las personas, que aquellas canciones de juventud, de los primeros amores, de los bailes juveniles, te van a parecer que serán las mejores para toda la vida y que como aquellos artistas no habrá nunca otros que les superen.


Tejer como Penélope

Pues con esas ganas de volar decidí que tenía que dar el gran paso, así que de inmediato  me puse a buscar una vivienda, obtuve un préstamo hipotecario y me compré un apartamento, en cuanto me lo entregaron me mudé. Me independicé pronto, a los 25 años.

Esa decisión mi madre la encajó aún peor ¿Cómo su niño se iba a ir de la casa, sin pasar por la vicaria, y de un momento para otro? Fue terrible para ella, no paraba de llorar y de pedirme que volviera, entonces si me ofrecía que podría salir de fiesta cuando quisiera, pero que no quería estar sola. Pero ya me había ido, para no volver. Arrastró por años ese trauma, fueron tiempos duros para ella porque no se resignaba y nada le daba consuelo.

Para mi tampoco era fácil, mi madre sabía hacerme sentir culpable, esos pequeños chantajes emocionales que a veces eran muy grandes. Hacía tiempo que ella había dejado de hacer ganchillo en hilo fino, y con más de 60 años no lo quería retomar, porque era forzar mucho la vista, pero le dije que no tenía nada hecho por ella para mi casa y le pedí, nada más y nada menos, que me hiciera una colcha de croché, con hilo fino para mi nueva cama matrimonial (en realidad no tenía cama, sino un colchón en el suelo) pero aspiraba a tenerla. Eso le ocuparía mucho tiempo, la ayudaría a sobrellevar la situación y a mi me dejaría una pieza que de verdad deseaba tener, un recuerdo para siempre de ella.

Con gran dificultad, pero con mucho ánimo, se puso a hacerla, no sé achicaba ante los retos, y menos si era de una técnica que dominaba tan bien, así que con mala vista, pero con la potente mirada del corazón, tejió por muchos meses, más de un año, como Penélope, con la esperanza de que su niño volviera a casa, la colcha, grande, para mi cama de matrimonio, hasta que la terminó. Por eso esa colcha que me tejió es la que está debajo de los corazones.




Tres corazones remendados

Conversando sobre esta instalación con mi compañero en Fulkolor, Miguel, y contándole del corazón que tenia que hacer para el centro de esta instalación, le dije que pensaba que iba a quedar muy pequeño ante las dimensiones del espacio, me dijo que porque no hacía varios. Me pareció buena idea y decidí que tres era el número ideal, así que metido en el taller, resuelto a elaborar los tres corazones, me puse a hacer la plantilla con la forma que los quería.

Pensé en hacer los tres con parches, tipo retales, es un motivo que me gusta mucho y ya estaba pintando los cuadros de la serie 'puntadas sin hilo', pero nuevamente Miguel dijo que tenía otra idea para que no fueran los tres iguales y fue a quien se le ocurrió las tiritas para el corazón partío y la cremallera,
Definitivamente quedaron mucho más llamativos los tres corazones partíos, uno con dibujos de parches, el otro con tiritas y el tercero con cremallera, que reflejan perfectamente lo que quería expresar con ellos: el corazón roto, pero remendado, de una madre que sigue adelante a pesar de todos los obstáculos.



La manga color naranja

Desde el centro de los corazones, sale una madeja y sube para crear ese remolino, esa manga, que a la vez es como una llamarada, de un corazón vivo, que se mueve con cada latido, con cada suspiro.
Está tejido por Ana, realmente es un chal, que atravesó con junco para darle la forma que tiene.



La mente olvida pero el corazón recuerda

Y claro, mientras se teje es imposible no pensar en otras cosas, a pesar de que tejer requiere de mucha atención, para no perder el orden de los puntos, hay que contar, pero también son muchas horas para recordar y un corazón tan sufrido, con tantas heridas y tanta vida detrás, tiene mucho de lo que hacer memoria.
Por eso los cinco paños raídos, zurcidos pero ajados, que cuelgan de los muros del horno, para simbolizar todos esos recuerdos representados en esas fotos antiguas que cuelgan de ellos, un montón de fotos, de la familia y amistades de mi madre, a los que dejó en La Palma cuando emigró a Venezuela, y otros diluidos en el tiempo, de los que ya nadie se acuerda.


Como en ese paño, en el cual el espacio central la ocupa la foto mi abuelo materno (se ve más grande en la siguiente foto).


O en este otro donde los agujeros representan los trozos de memoria perdidos, cuantos momentos importantes vividos, que luego ya nadie los recordará jamas.



20 euros

El el techo de esta instalación hay otra magnifica colcha, enmarcando y aportando calidez a todo este  conjunto, tiene otra interesante historia. No sabemos quien la tejió, Ana cuenta que paseando por un mercadillo había un puesto donde vendían muchas piezas tejidas, parecian de los que recogen cosas por las casas, fue a sacar una foto a esta colcha porque le llamó la atención el punto, el vendedor se la ofreció, pensó que costaría mucho, pero al preguntar cuanto costaba, simplemente por saber, se sorprendió cuando le pidió solamente 20 euros. No dejamos de asombrarnos cada vez que contamos esta historia, tanto trabajo, los días que echaría la señora que la tejió, es que solamente en hilo sería mucho más de los 20 euros. Ahí está, en un lugar destacado, como un homenaje del trabajo, tan poco valorado, de esas mujeres anónimas, como mi madre.



Visillos

Para terminar de darle el toque, quisimos colgar de las dos ventanas que comunican el horno de la sala de exposiciones con el patio de butacas del auditorio, con los visillos que la madre de Ana le tejió como parte de su ajuar, y que seguramente también los hizo con la mirada de su corazón.



Visitas

Seguimos con las visitas presenciales y guiadas en la sala, hasta el 29 de agosto, en la siguiente imagen están los datos necesarios para concertarlas.


Para efectuar la visita virtual guiada propuesta en este blog proponemos seguir el indice incluido en la publicación de este enlace https://elblogderennyzam.blogspot.com/2020/06/indice.html

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Y colorín colorado, por fin he terminado de redactar 'La Mirada del Corazón', espero les guste y les deseo que sean felices.

Reinaldo Zamora Pérez.

2 comentarios:

  1. Hermoso relato Aldo, es muy bonito como enlazas los recuerdos, de tu infancia y juventud con cada pieza magníficamente elaborada, con tanto esfuerzo, dedicación y amor, así como el talento para aceptar las ideas y sugerencias de las personas que han colaborado en tan bello resultado.Tu madre estará más orgullosa que nunca de tí, y en vuestra memoria quedará una huella indeleble de esta exposición. Enhorabuena y gracias por compartir todos tus recuerdos y todo el talento creativo invertido.

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