martes, 16 de junio de 2020

En el Parque

Durante el tiempo que estuvimos confinados, sin poder salir de casa sino para lo eminentemente necesario, una de las cosas que estaba totalmente prohibida era visitar los parques, tuvimos tiempo para echarles de menos y darnos cuenta de lo importante que son.

(Ya había compartido una publicación similar, referida a este cuadro, partí de aquella, que la he reformado considerablemente, actualizado y ampliado con más datos y fotos, por eso les podrá parecer que algunas cosas ya las han leído antes).

Las sensaciones que guardo de mi infancia en los parques, es una historia que corresponde a una obra incluida en "Hilos de la Memoria", al cuadro de 1986 llamado "En el Parque", buscaba representar esa época de mi niñez, era una de las cosas que más me gustaba, eso fue lo que me inspiró a pintarlo, aquí van mis recuerdos.



Antímano

Cuando era un niño, en la década de los 60’s, Antímano era todavía un pueblo de las afueras de Caracas, con su Plaza Bolívar llena de árboles y palomas, el centro de la plaza lo ocupaba un pequeño busto del Libertador, aún no siendo muy grande la plaza, el busto me parecía poco para aquel espacio. Tengo la sensación de que era un lugar recogido a pesar de ser al aire libre, tal vez tengo ese recuerdo porque en aquel tiempo los árboles eran muy frondosos, no eran muy altos, y daban mucha sombra, el suelo tenía la mayor parte de tierra, además había varios palomares, eran una serie de construcciones por toda la plaza, como bloques de viviendas para palomas, cada bloque tenía montones de habitáculos para que anidaran, visualmente todo eso reducía el área, resultando en que la hacia parecer más recogida que como la veo ahora, en fotos actuales, en las que noto que ha sido muy reformada y ya no existen los palomares que había entonces.

Plaza Bolivar de Antímano

Cerca estaba la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Rosario con sus muchas escaleras y sus cuatro enormes columnas en la entrada, allí con 4 años, en mayo de 1964, llevé los anillos en la boda de mi hermana, también hice la primera comunión, me confirmaron y cantaba en el coro, en las misas de los domingos.

Así recuerdo a la iglesia de Antímano
Así luce años después, en una foto más reciente, de Julio Cesar Mesa Arboleda.

Cine Astor


Otro lugar de referencia de mi infancia fue el cine Astor, donde vi Bambi, mi primera película en pantalla grande, fuimos una mañana con el colegio, supongo que yo tendría unos 7 años, es decir, aproximadamente en 1967, luego fui otras veces a ver alguna película, casi siempre en el matiné de primera hora de la tarde, una que recuerdo fue 'Marisol rumbo a Río', pero no muchas más, siempre quería ir, pero nunca se podía y no me dejaban ir solo.

 


A mi me parecía que el Cine Astor era muy grande, claro yo lo veía con ojos de niño y era el único que conocía, recientemente supe, investigando para este recuerdo, que tenía 800 butacas, que había sido inaugurado en el año 1953 y que el edificio fue demolido en el año 1992.




Cruz Verde Nº 34

Vivíamos en el número 34 de la calle cruz verde, era una vecindad (años después cuando vi 'El Chavo del 8' me recordaba a aquellas viviendas), había un patio interno y las puertas de varias viviendas daban a ese patio, que se ve en la foto siguiente, soy el más pequeño, con mi hermana, mi hermano, mis concuñadas y vecinos.

El patio de la Calle Cruz Verde 34, soy el más pequeño en el centro, debe ser 1964.

Hasta mis cinco años viví en esa casa de la que se ve la ventana en la foto anterior y en la que estoy de pie en la puerta, en la foto siguiente, soy el pequeño, junto a mi hermano, Pedro.

Soy el pequeño, con mi hermano Pedro, en la primera casa que recuerdo.

Al poco tiempo de la próxima foto, cuando tenía 5 o 6 años, nos mudamos al otro lado del patio, a una vivienda en la planta alta, debajo quedaba el Colegio El Araguaney, donde estudié desde kinder, con la maestra Murphy, hasta el 3er grado de primaria.



La foto anterior es en la puerta del Colegio El Araguaney, vivimos en la planta alta del colegio entre 1965 y 1969, deben ser los carnavales de 1968 o como mucho de 1969, porque fue el año cuando nos mudamos de Antímano. Soy el disfrazado de chino, mi concuñada Morela está vestida de charleston y el del medio es mi sobrino Eduardo (fui tío a los 5 años), que la verdad no recuerdo, ni puedo adivinar de que era el disfraz, tal vez de Robin Hood.


Nuestra calle


La Cruz Verde era una calle en pendiente, nosotros no vivíamos muy arriba, al bajar por la calle, en la misma acera quedaba el Bazar Regalado, allí iba a comprar los cromos para los álbumes y también compre el joyero para mi madre de la historia que conté en
https://elblogderennyzam.blogspot.com/2020/05/la-muneca-joyero-de-porcelana.html.

Muy cerca, en la misma acera, estaba también la panadería, ahí iba a hacer los mandados, a comprar el pan, los refrescos, con aquellas botellas de vidrio que había que llevar la vacía para que no cobrarán más por la nueva, y cada vez que iba había que pedir la ñapa, por un bolívar me daban ocho panes de a locha, una locha eran 125 céntimos, y la ñapa era normalmente un pan dulce.

También en la misma acera quedaba Gofios La Lucha, mi desayuno era un vaso de leche caliente con gofio y un huevo crudo, todo mezclado, no sé como me podía tomar aquel brebaje, bueno si, me apretaba la nariz y procuraba tragar sin tener que parar, terminé repugnando aquello, y para rematar mi madre me hacía tomar una cucharada de aceite de hígado de bacalao y rábano yodado. Como fui muy enfermizo de pequeño mi madre vigilaba mucho que me lo tomara todo, para evitar que siguiera enfermando.

Nunca olvidaré al Sr. Scott.

¡Vamos al parque!


Pero claro lo más importante para mi era ir al parque infantil, pero nunca me llevaban. El de Antímano tenía forma de triángulo, entre dos avenidas principales de un lado la fábrica de Pepsi-Cola y del otro las de Gases Industriales. He buscado en google maps la zona, para hacerme una idea de las distancias, las proporciones y también para poder ilustrar mejor esta historia, me parece increíble que siendo niño caminaba por todas esas calles (cuando a partir del cuarto grado que pasé a la Escuela Nacional Andrés Bello iba caminando) y la verdad que no recuerdo haber sentido nunca miedo, ahora con la violencia en Venezuela supongo que será inimaginable pensar en un niño caminando por todo eso solo, de todas formas al ser tan pequeño no tenía bien delimitados los potenciales peligros y me creía capaz de todo.

Los círculos en rojo indican los lugares que frecuentaba, al bajar la Cruz Verde llegaba a la iglesia, muy cerca está la casa parroquial, donde iba a ensayar con el coro de la iglesia, al lado está la Escuela Nacional Andrés Bello, donde estudié el resto de la primaria y al lado de la Escuela está el Parque. Hacia el otro lado del pueblo, está la Plaza Bolívar, en sus alrededores iba al médico, al barbero pero también íbamos de paseo a dar de comer a las palomas o a comernos un raspado.



Me encantaba que me llevaran al parque, para montarme en los columpios, el sube y baja, la rueda; para comerme un raspado de granadina con leche condensada; pero me llevaban muy poco, tal vez por eso lo deseaba más y por eso me surgió en su momento la necesidad de pintarlo. No me llevaban porque el suelo del parque era de tierra y cada vez que iba terminaba enfermo de las amígdalas, lo que en España aprendí que llaman anginas, en aquella época no sabían porque me enfermaba constantemente, ya de adulto descubrí que es alergia, al polvillo que se levantaba de correr en el parque por aquella tierra seca.


El Paraíso

Tenía 9 años de edad cuando nos mudamos a La Paz, en El Paraíso, y vivíamos justo al lado de un parque, este era mucho más grande que el de Antímano, tenía una concha acústica para representaciones, con gradas al aire libre, en la vista aérea esta marcado con el círculo rojo el edificio donde vivía, era poner el pie en la calle y ya estaba en el parque.


Lo más cerca del parque que tenía era la Concha acústica y montones de veces estaba yo subido en ese escenario o corriendo de un lado a otro por todas esas gradas, la verdad que los años que viví ahí no recuerdo que se aprovecharan mucho esas instalaciones, todo lo contrario había eventos muy esporádicos.


También había y siguen existiendo muchas canchas para deporte, áreas ajardinadas y muchos árboles, como se puede apreciar en esta otra vista aérea, más alejada que la anterior, lo grande que es el parque, yo vivía en uno de los extremos, está marcado con el círculo rojo.



Este parque lo disfruté mucho más, ya podía ir solo a jugar. No me dedicaba tanto a jugar a la pelota ni a montar bicicleta (no pasé de un triciclo), disfrutaba en especial la gran cantidad y variedad de árboles, algunos me parecían increíbles, como los apamates, acacias y araguaneyes, con sus deslumbrantes floraciones.
Pero mis favoritos eran los corpulentos sámanes, por su porte, por el contraste tan marcado con aquellas flores en ramilletes tan hermosas, pero delicadas, que parecían hilos, rosados y blancos y, como no, por aquellas enormes vainas que al secarse podíamos usar a manera de espadas para jugar, cuando se abrían salían sus semillas, grandes como piedras. Jugué muchas veces a la sombra del enorme samán del Parque La Paz de El Paraíso, no tengo idea si seguirá existiendo, espero que si, porque son arboles muy resistentes algunos con mucha historia, como el famoso Samán de Güere, al cual fue el mismo Alejandro de Humboldt a visitarlo.

El Samán.

Los jabillos, o ceiba, con sus peculiares y gordos troncos llenos de espinas también atraían mucho mi atención, así como las esbeltas palmeras como los chaguaramos, cocoteros y moriches.


Ese poderoso mundo vegetal del parque lo quise mostrar en ese cuadro que pinté ya hace 34 años y donde me represento como un niño con mi pelota y mi madre. El niño muestra la picardía de los chiquillos jugando a la pelota y como siempre esta el temor de golpear a algún adulto distraído, en este caso la propia madre del niño.


En 'Hilos de la Memoria'


Y así de bien luce el cuadro, en la Sala de Exposiciones de la Casa de Cultura Giralt Laporta de Valdemorillo, en nuestra exposición "Hilos de la Memoria" en compañía de los tiestos tejidos y las flores de ganchillo de mi madre, que mi amiga Ana del Burgo reinterpretó y los organizó para hacer ese fantástico montaje, pero sobre ellos hablaré en una próxima publicación.


El cuadro está pintado con acrílicos sobre aglomerado, mide 126 cm de ancho. En el plano a continuación se muestra la ubicación de 'En el Parque' en la sala de la Giralt Laporta.





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Nuestra exposición, de Ana del Burgo y mía, ya se puede volver a visitar, le hemos dado un buen repaso a las obras para que estén como tan magníficas como estaban el 6 de marzo durante la inauguración. Puede ser visitada, con todas las medidas sanitarias reglamentarias, en horarios y grupos reducidos. Hay que pedir cita previa en el número de teléfono 91 897 76 15 o escribiendo a la dirección de correo electrónico cultura@aytovaldemorillo.com.



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Ya lo dijo Sartre 'Felicidad no es hacer lo que uno quiere, sino querer lo que uno hace.'
Hasta luego y ser felices,

Reinaldo Zamora Pérez

2 comentarios:

  1. Hermosa retrospectiva de la infancia, etapa de la vida que deja recuerdos tan vívidos, en tu caso debió ser muy hermosa a juzgar por los muchos recuerdos.

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